Semana de oración: Todo malgastado

Semana de oración en la iglesia bautista de Las Palmas

Todo malgastado

No muchos días después, juntándolo todo el hijo menor se fue lejos a una provincia apartada, y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente. Cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia y comenzó él a pasar necesidad. Entonces fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual lo envió a su hacienda para que apacentara cerdos. Deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le dabaLucas 1513-16

Este es el segundo día de la semana de oración unida en la iglesia bautista de Las Palmas. Será a las 20:00. Ve cómo llegar más abajo.


El corazón de un padre se quema con un anhelo de nunca acabar para llevar a sus hijos al hogar. Ansía hablarles y advertirles de los peligros que tendrán que afrontar. Desea poder convencerles que todo lo que buscan por cualquier parte, pueden encontrarlo en casa. ¡Cómo suspira por atraerlos con su autoridad paternal y mantenerlos cerca a fin de que nadie pueda herirles! Sin embargo, su amor es demasiado grande para que haga cualquier cosa de estas. No puede obligarles ni ordenarles que hagan lo que él quiere. Les ofrece la libertad de rechazar su amor. El padre quiere que sus hijos sean libres. Esta libertad incluye la opción de abandonar el hogar y perderlo todo.

A excepción de un pasaje en Lamentaciones, donde las madres para escapar del hambre cocinaban y se comían a sus propios hijos, no tenemos muchos otros ejemplos en la Biblia de alguien en un mayor estado de desesperación que el hijo pródigo. El hijo pequeño va cayendo lentamente en su propio infierno personal. Acepta la tarea probablemente más humillante que puedan ofrecerle. No
podía hartarse ni tan siquiera comiendo lo que él sabía que eran amargas, agrias y para los humanos indigeribles vainas silvestres. Debido a la carestía que había entonces en aquella tierra, ni tan sólo mendigaba trabajo; nadie le daría nada. Está al final de sus fuerzas y tiene miedo de morir de hambre.

La mayoría de los que han abandonado a Dios o los que no lo buscan no parece que estén materialmente en mala situación; más bien lo contrario. Externamente, sus vidas transcurren tan bien que muchos de nosotros incluso los envidiamos. Dejar el hogar y abandonar a Dios, no obstante, es mucho más profundo de lo que parece. Dejar la casa del Padre es vivir como si ya no tuviéramos un hogar y hubiésemos que buscarlo por todo el mundo. El hogar, sin embargo, es
el centro de mi ser, el único lugar donde puedo oír la voz que dice: “Este es mi amado hijo en quien me complazco”.

De alguna manera, toda la vida humana y la relación que tiene ésta con Dios es un viaje hacia el hogar. Es la búsqueda de una casa verdadera, la cual siempre ha estado y siempre estará; la búsqueda del lugar donde podemos oír todo lo que necesitamos oír. La sed de éxito, el anhelo de aceptación por parte de los demás, la dependencia de la autosatisfacción, la necesidad de poder y conquista; todas estas cosas son sólo nuestro deambular por una tierra lejana. ¿Estoy dispuesto a volver a casa donde todo esto no es importante? ¿Estoy preparado para detener la búsqueda de un amor incondicional en lugares donde no puede encontrarse? ¿No es verdad que ser hijo implica que no hay que hacer nada para ser amado? ¿Deseo aceptar una segunda inocencia mediante el nacimiento procedente de lo alto, que no conseguiré de ninguna manera ganar por mí mismo, en la casa de mi Padre?

Motivos de Oración:

  • Escudriñemos devotamente donde nos hemos distanciado de la casa del Padre. ¿Cuándo buscamos la
    aceptación de los demás a través de nuestros logros y reaccionamos con ira ante las críticas? ¿Cuándo nos comparamos con otros? ¿Cuáles son nuestras adicciones que nos impiden descansar en los brazos del Padre?
  • Oremos por nuestras madres y nuestros padres; observemos lo lejos que estamos de ellos y ellos de nosotros. Demos gracias por nuestros padres y pidamos la reconciliación y el perdón si son necesarios.
  • Supliquemos por los que están a nuestro alrededor y malgastan sus habilidades y sus dones en cosas inútiles, porque no conocen a Dios. Oremos para que Dios los use para su obra maestra
  • Averigüemos en qué lugares malgastamos las riquezas que recibimos de Dios en cosas que no durarán en el Reino de Dios.
  • Oremos para que la iglesia no dilapide el potencial que está oculto en su gente; sino que le dé espacio para multiplicarlo

Iglesia Bautista de Las Palmas